Respetar los idiomas es respetar a nuestros consumidores y a nosotros mismos

18 Junio, 2020

Las empresas turísticas españolas van a distintos ritmos, algunas a 5G, pero hay multitud aún que reciben a sus clientes con errores lingüísticos que hacen ininteligible lo que se les trata de transmitir. Una desprecio que demuestra lo poco que nos importan y una imagen imborrable para ellos.

Cuando viajamos por Europa allende los Pirineos podemos sorprendernos de que el idioma español, segundo más hablado en el mundo y tercero en Internet, se vea proscrito en contraposición al inglés, alemán, italiano… Pero, en general, en aquellos restaurantes que ofrecen carta en español, la traducción es impecable.

No podremos quejarnos de los europeos por proscribir el español cuando en España tenemos también quien lo hace y se niega a utilizarlo, evidenciando el mismo desprecio hacia su consumidor. Y, cuando se pretende escribir en español, España está plagada de pizarras y cartas-menú repletas de faltas de ortografía porque los analfabetizados propietarios de los establecimientos no tienen la consideración de consultar a algún alfabetizado (como se hacía con el maestro, el médico, el boticario o el cura antaño) antes de hacer la publicación. Nos tomamos a risa la burricie, en vez de exigir y reclamar el respeto que merecemos. No nos lo tomaríamos igual si el empresario fuese un incapaz de las matemáticas, en vez de en gramática y ortografía, y sumase siempre 200 euros en la cuenta por cada consumición. Lo menos que exigiríamos sería que aprendiese o pusiese al frente a una persona capacitada para sumar.

Pues este escenario, agravado, se impone también en multitud de establecimientos a nuestra principal fuente de riqueza: el turismo exterior. Se ofrecen cartas-menú en inglés o en alemán en las que el consumidor foráneo no sabe si le ofrecen un plato de carne, un tío-vivo o un encuentro sexual en salsa. El traductor de Google es caprichoso y si le pides “carta” en inglés, te ofrece “letter” y, en alemán, “Brief”. Y, si además, aportas creatividad y en vez de meat escribes meet, y en vez de small pones esmall, es aún peor que si escribes en supuesto castellano “hinfuzione”.

Las Administraciones Públicas que no supieron educar a esos autónomos o empresarios societarios les deberían exigir el respeto a los idiomas y, en su caso, ofrecerles ayudas a la correcta utilización de los idiomas en los que ofrezcan sus servicios y, en caso contrario, promover sanciones. Por mucho que se esfuercen algunos en la búsqueda de la calidad y de la excelencia turística, otros muchos denigran a diario la imagen de la marca España. Y a eso hay que comenzar a ponerle fin.

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