A Rosa la conocí una noche en El Museo
24 Junio, 2021La historia de una mujer que no necesita ser feminista de catálogo ministerial para ser una persona y empresaria ejemplar. Se empoderó al nacer.
José Joaquín Sieso
Conocí a Rosa Matilla Urreizti una noche en el Museo, para mí el que más enseñaba de San Sebastián, porque era dinámico en su exposición. No de la colección expuesta, sino de clientes. Rosa es desde siempre un bellezón rubio, simpático, atento, siempre en su sitio y que entonces trabajaba en el Museo. Todo un carácter. Era El Museo del Whisky de San Sebastián, en la Avenida del Boulevard, que se convirtió durante años en mi segundo despacho. Lo regentaba el gran Pedro Bordonaba, un navarro de Tudela noble, sin doblez. Siempre derrochando simpatía, siempre logrando nuevos amigos. Su hijo Paul, que ahora lo regenta, ha repasado las últimas décadas en imágenes del local, en recuerdos, y me confesaba: “he visto a seres expresar su humanidad, su niño interior; es fascinante. He hecho feliz a mucha gente, es lo más grande”. Así era y sigue siendo: un local para la felicidad.

Pedro Bornodaba (izq.), siempre rodeado de amigos de todo el mundo (Foto El Museo del Whisky)
Eran los años ochenta. Aunque el nombre del local era El Museo del Whisky, allí se bebía de todo. Yo era de Cacique con Coca Cola. Y Rosa se esforzó durante muchos meses en conseguir servirme tantos caciques con coca cola como yo le iba pidiendo con harta frecuencia, después de jornadas de más de doce horas de lucha contra ETA y de su Coordinadora Anti-Autovía de Jonan Fernández, en la batalla por la Autovía de Leizarán, antes de mi retirada nocturna al hotel. Allí, en El Museo, charlaba con el señor Orlando, el del tomate y el Rotary Club de San Sebastián y con otros ilustres, escuchaba cómo tocaban o perpetraban el piano del sótano con desigual acierto los voluntarios y participaba de una alegría que sólo se popularizaba con tal intensidad en las noches de aquellos años de plomo, en aquel local. Después de mucho tiempo llegué a conciliar imágenes de aquella época de El Museo del Whisky con otras cinematográficas de “Salón Kitty” o “Cabaret” y no porque allí nos reuniésemos nazis, sino por el ambiente festivo que destilaba mientras puertas afuera se desarrollaba la vida de vehículos blindados, escoltas, asesinos y funerales. Un envidiable oasis de libertad en medio de la barbarie. El diván del psiquiatra.

El Museo del Whisky (Foto: Turismo de San Sebastián)
Rosa, tan donostiarra que nació un día de Santo Tomás, jornada de fiesta en la ciudad, formada en el Liceo donostiarra, conjugaba graciosamente en la misma frase su eusquera materno con el castellano, como todas las alumnas que conocí, discípulas de aquel centro educativo. Cuando abrí mi Despacho en San Sebastián no dudé en ficharla. Había estudiado Secretariado. Rosa, entonces, buscaba un horario de trabajo diurno, por lo que se incorporó al equipo como responsable de la administración y dejó de servirme caciques con coca cola.

Rosa, frente a su negocio
De inmediato, Rosa se hizo cargo de la organización del Despacho y del control de todos sus aspectos y de los que allí trabajábamos. Era una trabajadora excelente, que siempre rendía por encima de las expectativas que teníamos puestas en ella, que eran muchas. Su trabajo no fue fácil, pues el Despacho era entonces objeto de espionaje diverso y de una latente amenaza terrorista. En una ocasión en la que hablaba por teléfono con su madre, en medio de la conversación, comenzó a reproducirse desde el primer segundo todo lo conversado hasta el momento. La cinta del espía se había rebobinado y reproducido. Un fallo. O un aviso.
Nos reñía, nos animaba, nos corregía y nos ayudaba, siempre con cariño.
-Rosa, salimos un momento…
- ¡Ya! Otro cubata, ¿no?
Así era. Siempre trabajábamos mejor y teníamos ideas más creativas con cacique con coca cola. Cuando dejamos de tomarlo, la economía de Venezuela comenzó su declive.

Reabriendo el local
Tasquera fina, al fin, volvió al negocio promoviendo con éxito, y ya como empresaria, antros de bebidas. Rosa es abstemia, hay que decirlo. Ahora es propietaria del negocio "Taberna Hamabost", en la Consti, el epicentro donostiarra y de su tamborrada, lo ha pasado muy mal en esta crisis, ha puesto propiedades como garantía de préstamos para no despedir a sus empleados, y se apoya en su pareja, en su hija licenciada universitaria y en dos preciosos perros para que la depresión no la alcance nunca, a pesar de estar en un sector de alto riesgo.
Una productora le pidió que le permitiesen hacer un anuncio para la marca JB en su local (el whisky, que ella no bebe, siempre cruzándose en su vida). Hubo de negociar horarios en el contrato para no interferir con la actividad base del negocio. Antes de comenzar el rodaje, el director conoció a Rosa en su local, se desprendió de las actrices contratadas y se quedó con ella de protagonista. Nadie podía dar una imagen más veraz y sincera, con mayor carácter emprendedor y de resistencia ante la adversidad que ella en un anuncio que pretende homenajear a los empresarios de hostelería que ahora van reabriendo sus negocios. Al final, se quedaron rodando tres días y Rosa es una nueva imagen para la marca JB. Le he pedido un autógrafo, porque su firma en las nóminas ya no las conservo. Si ustedes quieren otro, pásense por la Taberna Hamabost, en la Plaza de la Constitución de Donostia-San Sebastián. La encontrarán allí trabajando, como siempre. Y verán en sus ojos simpatía, coraje y determinación.

Las cámaras, a sus pies
Y el día 25 de junio salió el anuncio. Si no lo tienen registrado, Youtube les pedirá confirmación de mayoría de edad, según legislación sobre bebidas alcohólicas.

Información en El Diario Vasco del 30/06/2021
Y el 30 de junio, la web marketingdirecto.com [pinchar en la cursiva] explicaba: Una boda, la apertura de un bar, bailes y gente reunida disfrutando con los suyos invaden las imágenes que llenan este spot repleto de optimismo a ritmo del tema «The Passenger» de Iggy Pop. La pieza fue rodada en San Sebastián y en ella podemos ver localizaciones como la playa de la Concha, así como personajes reales como el de Rosa, la dueña de un bar del centro de la ciudad y una persona muy popular de la hostelería de la capital guipuzcoana.(...)
(...) Los protagonistas del anuncio, que no son actores profesionales, fueron elegidos por el director [Tony Kaye]durante su estancia en la ciudad. «Vine a España con la mente abierta. Con muchas expectativas, pero sobre todo con J&B en la cabeza. Cuando vi y conocí a Rosa, la dueña del bar con la que contamos en la pieza, sentí una especie de efecto ‘catapulta’ a la realidad. Es difícil de explicar. Pero fue como una especie de comprensión, en cuanto a la importancia que tiene un bar local y quien acude a él. Las personalidades aleatorias y diferentes. La belleza y las maravillas de ese hecho. La humanidad», asegura Kaye.
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